Puto calvo.
Hace un tiempo escuché a un cómico decir que muchos de nosotros pensamos que en el fondo todos somos Larry David. Pero ese sentimiento de empatía con el personaje y la persona no proviene de la semejanza con uno mismo, sino con el deseo absoluto de tener esa libertad para decir las cosas a la cara como lo hace Larry. El querer quejarnos cuando algo nos molesta directamente y sin esconderse en murmullos es algo que a todos nos gustaría probar, pero no somos capaces de alcanzar por vergüenza, no querer montar una escena o simplemente no enfrentarse a desconocidos. Maldito Larry:
Tras un intento de robo en la casa de Larry David (Larry David), el ladrón acaba cayendo en su piscina y ahogándose. Este incidente acaba convirtiéndose en la mayor desgracia de Larry, ya que existe una normativa municipal que obliga a vallar las piscinas y el hermano del ladrón le chantajea con denunciarlo si no mete a su hija en su nueva serie autobiográfica que esta creando. Esto acabara siendo un problema, puesto que la susodicha hija es una muy mala actriz.
Llevo reseñando desde hace varios años esta serie y mi amor por ella es evidente. Y es, quizás, la serie más longeva actual que menos pereza me daría revisarme de vez en cuando, siendo obvio que todo se apoya en el amor que siento hacia el personaje de Larry. La serie no evoluciona y no cambia un ápice su estructura y se mantiene como una sitcom clásica donde nuestro protagonista se acaba pasando de listo y acaba recibiendo una lección con un enorme gag final, donde ya la melodía se ha acabado convirtiendo en un meme viral. Estas situaciones a las que se enfrenta en ocasiones están muy alejadas de nuestra realidad, y no dejan de ser fácilmente etiquetables como “problemas del primer mundo”, pero es que es precisamente ahí donde se mueve siempre, subrayando lo de primer mundo porque en esta serie no sale ni un solo pobre o que mínimo no tenga una mansión como casa.
Si debo decir que el desgaste es evidente si te ves todas las temporadas seguidas, y obviamente un atracón de Larry puede ser enormemente perjudicial para cualquiera y acabar odiando al personaje, pero en el fondo, muy en el fondo, se oye una vocecita que en ocasiones te dice: tiene más razón que un santo. Quizás esta temporada no sea la más brillante o la más inspiradora, ya que el eje central se repite y no deja de ser un follón que se va haciendo más grande y del que cuesta cada vez más salir, pero acaba siendo igual de entretenida y para superar muchos de sus episodios los 30 minutos, se pasan volando.
No creo que a estas alturas alguien se ponga a ver 11 temporadas de una sitcom cuya comedia es muy particular y sobretodo muy recomendable para los fans de ‘Seinfeld‘, pero al menos puedo decir que ninguna de sus temporadas ha rozado el desastre como para querer dejarla a medias.
Valoración:
batsenales.wordpress.com 